domingo, 20 de junio de 2010

En el bar


-Buenas tardes Emperador-le dije
-Buenas tardes-sonrió al escuchar su seudónimo-sientate, te pongo en materia, para no hacerte perder tiempo.
Vestía clásico pero informal, con una americana de esas arrugadas, que a mi tan poco me gustan, y por supuesto, debajo la camisa roja. Aparentaba estar en torno a los 40 años, pero tampoco sabría definir bien su edad, pues tenía cara infantil, y podría ser mayor de lo que aparentaba.
Me invito a tomar algo, y empezó con una charla intrascendente, que pronto corto, y me contó lo que realmente quería saber:
-Se trata de un empleo con dedicación exclusiva, estarás encargado de la seguridad informática de una planta empresarial de alto nivel. Los beneficios son muchos, un alto salario, una casa para ti y tu familia, coche de empresa, y un montón de beneficios sociales. Pero lo más importante, es el desarrollo que le vas a dar a tu trabajo, serás el coordinador de un equipo que maneja los más altos software antihacckers, antivirus y demás, y podrás desarrollar una carrera de éxito con todas las herramientas que tendrás bajo tus manos.

-Vaya pinta estupendo-le dije- ¿donde está el pero?
-Como te he dicho, se trata dedicación exclusiva, la central de la empresa, se haya aislada de la población, y no podrás salir de las propiedad de la empresa, nada más que dos veces al año. Por supuesto, dentro de las instalaciones, tenemos de todo, desde colegios, restaurantes, tiendas, cines, y lo mejor, todo sin dinero.

-Pero ¿cómo se llama la empresa?,¿ a que se dedica?, esto tiene mucho misterio.- Respondí extrañado.
-Lo de menos, es a que se dedica, pues esta metida dentro de negocios gubernamentales con distintos países, y muchos de sus tratos, son secreto. Y la empresa se llama Incorp.
-¿fábrica armas, o qué? no sé, no me gustan los secretos.
-Bueno, si de verdad estas interesado, sabrás más cuando formes parte de la plantilla.

Le comente que debía comentarlo con la familia, pues era un tema importante, y que les afectaba de lleno, aunque no le di muchas esperanzas de que aceptara el trabajo. Me dio su número de móvil personal, y quede en que le llamaría para darle un respuesta. Se levanto de la silla, y de pie me dijo, que si aceptaba, debería de pasar un entrevista. Puso cara de pocos amigos y se marcho a la barra del bar despidiendose de mi.
No me quedo más remedio que salir de allí.